Creemos que Dios no puede permanecer impasible ante esa aniquilación de la familia de fe y la Iglesia tampoco. Y la familia agustiniana, menos: «Ese hijo… no se puede perder»

 

29        ¿Ningún compromiso de aporte económico?

La intención de los estatutos es dejar mucha libertad en este asunto. Se pide una colaboración voluntaria al ingresar a la Asociación y otra anual con la finalidad de sufragar los gastos del material que se les entrega a los coros en el momento de constituirse.

Lo sobrante se emplea en divulgar el material propio de la Asociación a fin de que puedan propagarse los coros a discreción, sin que la economía sea una dificultad insuperable.

Estos dos aportes están al servicio del espíritu misionero propio de la Asociación. El dinero no debe ser jamás impedimento para que una madre cristiana pertenezca a esta Asociación.

30        Antes de acabar, quiero compartirles la gran acogida que está teniendo esta Asociación en los ministerios de la Orden, sobre todo en Latinoamérica, particularmente en Perú, Argentina y Colombia a pesar de su reciente fundación. ¿Cómo explicar este hecho?

Desde la fe podríamos aventurar una probable comprensión: Dios estaría saliendo al encuentro de las madres cristianas confirmándolas en su vocación como esposas y madres a fin de que sean las promotoras de la renovación espiritual de sus hogares crudamente amenazados por la increencia y el materialismo práctico.

Dios, el único compasivo que es como una madre para todos, estaría confirmando y capacitando a las madres cristianas para transmitir con gozo la fe a sus hijos y alimentarla en ellos mediante el propio ejemplo de madre cristiana.

La oración ayudaría a la madre a convertirse día a día en un verdadero sacramento del Dios providente, paciente, perdonador y vivificador: La plasmación más visible ante los hijos y esposos del infinito amor de Dios hacia ellos.

Dios querría con el ejemplo de las madres cristianas alimentar la fe de los hijos, cuya sensibilidad es hoy constantemente bombardeada por la anticultura de muerte. Alimentar una fe recibida con la leche materna, pero frontalmente amenazada por las corrientes modernas destructoras de la familia y de la religión verdadera…

31        De todas formas, una realidad es incontrastable: Que Dios no abandona a sus hijos, y menos en los grandes retos personales y comunitarios. Y el reto de la destrucción de la familia es muy real en nuestros días. Creemos que Dios no puede permanecer impasible ante esa aniquilación y la Iglesia tampoco.

Y la familia agustiniana, menos; sobre todo habiendo recibido, por gracia, un tesoro tan precioso de vida cristiana en san Agustín y su madre Santa Mónica. Tenemos, por tanto, una deuda con la Iglesia y con la familia cristiana. Pues lo heredado se merece compartiéndolo.

La Asociación de Madres Cristianas Santa Mónica es una proyección del carisma agustiniano. Pertenece a la espiritualidad agustiniana. Pero pertenece a toda la Iglesia, y a la Iglesia de todos los tiempos. En particular a la nuestra que pretende la evangelización de la familia cristiana, considerada como pequeña iglesia o iglesia doméstica.

32        ¿Se justifica una asociación de laicos sólo para rezar? ¿Tan importante y trascendental es la oración en la vida cristiana?

Para san Agustín la oración constituye el centro de la vida cristiana. Su modo de entender y de vivir el Evangelio es básicamente espiritual y oracional; tan afectivo como racional; pero jamás racionalista ni ideológico.

Uno de los principios iluminadores de su pensamiento y de su vida cristiana, hecha experiencia vital, lo constituye aquella confesión que reza así: «Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará siempre inquieto hasta que descanse en ti».

Es decir, para Agustín, el hombre no se entiende sino desde Dios, en Dios y para Dios. Pero esta verdad no es sólo una lógica y fría constatación, sino una confesión de fe, agradecida y jubilosa. Este reconocimiento afectivo hace al hombre feliz, porque compromete todo su ser, desde la cabeza hasta el corazón pasando por los sentimientos más profundos.

Esta «religación esencial» del hombre con Dios se expande en la oración. Por ella el hombre clama constantemente a Dios en las más diversas situaciones. Por eso, existen muchas clases de oración: tantas como situaciones existenciales. Hay oración de súplica, de perdón, de acción de gracias, de intercesión, de alabanza…

Algunos agentes de pastoral, catequistas e incluso religiosos o sacerdotes, minusvaloran la espiritualidad de las madres mónicas tildándola de «pietista» por promover una oración intimista, demasiado estructurada, casi mecánica o puramente verbalista, formalista.

Es posible que en algunas comunidades afloren estas corruptelas o desviaciones. Pero si se evitan los prejuicios y se profundiza en la mística de los estatutos y en la espiritualidad de la figura de Santa Mónica, bien centrada en el carisma agustiniano, sin duda que se evitarán esos errores y obstáculos.

 

HIMNO A SANTA MÓNICA

ESTRIBILLO Con tus lágrimas de amor, madre del grande Agustín, diste a la Iglesia un doctor, diste al cielo un serafín. Diste a la Iglesia un doctor, diste al cielo un serafín.

Salve a ti, mujer bendita, muda y sola en tu quebranto, que presagias con tu llanto nuevos triunfos a la cruz.

Cada lágrima que rueda por tu pálido semblante, es un destello radiante del sol de la eterna luz.

ESTRIBILLO Con tus lágrimas de amor, madre del grande Agustín, diste a la Iglesia un doctor, diste al cielo un serafín. Diste a la Iglesia un doctor, diste al cielo un serafín.

Con arrullo lastimero de tórtola solitaria, sube al cielo la plegaria desde el valle del dolor.

Dios te escucha y a tus plantas del poder de Dios herido, cae un gigante rendido, ¡y es el hijo de tu amor!

ESTRIBILLO Con tus lágrimas de amor, madre del grande Agustín, diste a la Iglesia un doctor, diste al cielo un serafín. Diste a la Iglesia un doctor, diste al cielo un serafín, con tus lágrimas de amor.

 

 

NOTA: Esta y las demás entradas seriadas reproducen el contenido de un folleto que escribí en la década de los noventa en Perú. Entonces pretendía recoger y a la vez divulgar, en forma de catecismo, los orígenes y la espiritualidad de las Madres Cristianas Santa Mónica fundadas por el P. Lorenzo Infante, oar.

Si ahora publico por entregas aquel escrito es con la intención de consolidar la formación en la fe y en el carisma oar de las Madres Cristianas Santa Mónica, ofreciéndoles la posibilidad de compartir experiencias, actualizar algunos temas y recoger cualquier inquietud que consideren de interés. Espero, por tanto, sus observaciones y aportaciones. Dios me las bendiga.